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Una buena oportunidad para ser campeones

Actualizado: 25 jun 2020

Por Ricardo Barrios Arrechea 4 de juniode 2020


En el año 83 en Posadas había dos villas. Una, el Parque Adam, pequeña y de escasa población, y otra dispersa en la costa del Paraná desde la actual avenida Roca hasta las inmediaciones del puerto. La mayoría tenía trabajo, o pesca, o empleada doméstica, o tarea independiente. Y otras dos en condiciones de formación: Villa Poí, un descampado en Villa Lanús donde comenzaron a levantarse viviendas precarias. Y la otra, la 101. Recuérdese que en el curso del año 83 fueron las inusitadas inundaciones, en las que se evacuó como nunca a centenares de familias. Cuando los galpones del ferrocarril quedaron colmados, se negoció con las autoridades del Regimiento una chacra de su propiedad, la 101, y allí se armó, alojamiento “provisorio” para los evacuados. Aún los militares estaban en el gobierno y la población de Posadas era de 150 mil habitantes, aproximadamente. 


Hoy Posadas tiene 350 mil habitantes, de los cuales entre 65 mil y 70 mil viven apiñados en 69 villas ubicadas en calles, espacios públicos o terrenos privados. No tienen servicios básicos formales, ni títulos de propiedad, ni trazado de calles. Estigmatizados por villeros y diezmados por las drogas y enfermedades (tres puntos más de mortalidad infantil que fuera de la villa, el 83% de los niños con parasitosis), no son parte “normal” de la sociedad, 

De los “barrios populares”, último eufemismo para las villas o asentamientos, siempre vimos la cara externa, el perímetro a la distancia, hasta que el coronavirus desnudó dos aspectos.


Primero, la no igualdad ante la pandemia de su población en condiciones de hacinamiento e imposibilidad de distanciamiento social. Vale recordar que 3,5 millones de personas viven en villas en la Argentina (carne de cañón para las urnas y el virus)  Fueron en los asentamientos de Caba y del Gran Buenos Aires donde entró el virus y explotaron los contagios, batiendo récord día tras día, empinando la curva… y el miedo. 


Segundo, la falta de una política de estado (nacional, provincial y municipal) encaminada de manera sostenida y eficiente para erradicar, urbanizar o resolver el tema creciente e imparable de los asentamientos. Buena voluntad y parches no sólo no alcanzaron, sino que emergieron  2.400 nuevas en los últimos 30 años. Pecado grave de la política.


Misiones tiene 246 villas (el antídoto eran los barrios ñande roga) y el 18% de la población misionera vive en ellas. Detrás de Amba (ciudad y gran Buenos Aires, con más de 1.400, pero donde sólo vive el 7% en villas dada su población total de 18 millones). Y detrás de Chaco, con 264; donde el 20% de su gente vive en villas.


La clase media tiene aversión a la villa… por refugio de la delincuencia violenta (la otra delincuencia, la que anda dispersa por la sociedad de arriba a abajo, indigna pero no asusta),  por los planes, porque no trabajan (el 24% no lo hace, el 18% tareas del hogar, el 22% lo hace en negro y el 16% trabajo formal, el 11% trabajos independientes, el 9% jubilado o pensionado; el 26% son extranjeros y el 60% recibe AUH). Nadie quiere vivir en una villa, y mucho menos elegiría nacer en una villa, pero algunas ya tienen cuatro generaciones (el índice de nacimientos es de 3,7 por madre, es decir que una madre villera supera holgadamente al promedio nacional, 2,6 por madre) Los barrios pobres de la Argentinas fueron producto de la emigración a la ciudad de la población agraria (los cabecitas negras) en la primera mitad del siglo XX, cuando la Argentina posibilitaba el ascenso económico. Los pobres en una generación engendraban clase media (Alfonsín graficaba ”nieto de abuelo analfabeto, presidente de la república”, refiriéndose a su propia historia). Cuando la Argentina deja de crecer, los pobres engendran pobres y los pobres hijos y nietos de pobres engendran villas. Hoy la pobreza alcanza al ¡¡¡ 54,6% !!! de la población.


Los responsables mayores somos los políticos, que en vez de trabajar para la gente y el país, trabajamos para las próximas elecciones, repartiendo dulce de leche que quiebra la cultura del trabajo y despilfarra fondos, omite las inversiones productivas y termina consolidando la pobreza. 


Los misioneros tienen talento, somos emprendedores e imaginativos y tenemos ahora mismo la gran oportunidad de generar trabajo, vender bienes y conocimiento: ser los campeones de la urbanización y/o erradicación de villas y de nuevos barrios de viviendas preindustrializadas. El Estado nacional se compromete a construir 5.500 nuevas viviendas y otorgar 200 mil microcréditos para refacciones habitacionales a través de los Planes Argentina Construye y Argentina Construye Solidaria.


Empecemos por Posadas; mirando el mapa satelital de los asentamientos, sobresale el apiñamiento de las viviendas, la falta de calles y espacio. Un enorme bloque de chapas, ladrillos, cemento y delgados pasillos. El gran arquitecto argentino Pelli aconsejaba construir torres y hacer las villas verticales. Nosotros no lo podemos hacer, pero sí podemos liberar espacio y erradicar el hacinamiento si damos pequeños saltos para arriba. Qué pasaría si de cuatro viviendas precarias hacemos dos estándares de dos, tres o cuatro pisos.


Fabricaríamos un 50% de espacio para calles, lugar entre vivienda y vivienda, plazas verdes, sitios para servicios, circulación de aire, posibilidades. Transformaríamos una villa en un barrio normal, no marginado y parte de la ciudad. Y lo más importante, transformaríamos la cabeza de quienes se sienten -y lo son- descalificados, marginados y resentidos por no ser parte de la sociedad. Podríamos vender viviendas y conocimiento de cómo transformar una villa y a sus habitantes.


Tiene el Parque Industrial de Posadas una fábrica modernísima de viviendas con hambre de madera y trabajo para producir cientos y miles de casas de rápida construcción y bajo costo (sumado el sector maderero, ávido de demanda), con la ventaja de que se pueden montar en un camión y ensamblar en cualquier lugar del país. Nadie nos puede superar en costos, velocidad y experiencia. Tiene Misiones la pelota picando y el financiamiento nacional.

 

Lo primero es lo primero, voluntad política de emprender. Lo segundo, hacer prototipos de viviendas unifamiliares, o multifamiliares de más pisos. Lo tercero, con el asentimiento de los moradores, empezar con los asentamientos locales. Cuarto, vender la experiencia al país. El déficit de viviendas en Misiones es de 120 mil (Iprodha), y en el país, 3,5 millones.


Información de Odsa-Uca; Promeba (Mejoramiento de Barrios); ONG Techo; Renabap (Relevamiento Nacional de Barrios Populares); arquitecto Atencio y Municipalidad de Posadas.



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