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Los árboles nos hacen más jóvenes

Actualizado: 15 sept 2020

Por Eduardo Saldivia 4 de agosto de 2020

Hay una creencia popular anónima que nos propone a todos pasar por la vida haciendo tres cosas: escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol. La sabiduría popular asocia desde siempre la vida con los árboles y de este dicho se tomó el gobierno holandés para lanzar una nueva iniciativa en la que por cada niño recién nacido, el Estado plantará un árbol y le entregará el correspondiente certificado a cada familia.


En el mundo se talan 475 árboles por segundo. Los esfuerzos por proteger los bosques nativos y su ecosistema pueden darnos un 30% de la solución inmediata al cambio climático que estamos sufriendo. Un árbol adulto puede absorber 15 kilogramos de dióxido de carbono por año, y si a eso le sumamos el movernos por la ciudad con vehículos que no emitan gases nocivos al ambiente, habremos solucionado la mayor parte del problema.


Según un informe del Foro Económico Mundial, los médicos ingleses del Servicio Nacional de Salud empezaron a prescribirles a sus pacientes que pasen más tiempo en contacto con la naturaleza en aquellos casos que es necesario reducir la sensación de aislamiento y el estrés.  


Esto (que en Japón se la llama Eco-Terapia) consiste en caminar por el parque, andar en bicicleta por un bosque o simplemente dedicarle tiempo a la jardinería en el hogar, y en el caso de grupos vulnerables -como pueden ser los adultos mayores- se organizan contingentes reducidos para realizar visitas guiadas a reservas naturales.


La fitofilia, el bienestar que nos produce un entorno verde, es algo que ya se viene usando como tratamiento en Nueva Zelanda desde 1998; se trata de disfrutar de la vegetación para reducir los riesgos cardíacos de ciertos pacientes. En muchos casos, afirman reducir las palpitaciones, la presión sanguínea y los niveles de ansiedad. Los beneficios para la salud son tales que se estima que -según un estudio de la Universidad de Chicago- las personas que viven en espacios arbolados gozan de una salud equivalente a ser 1,4 años más jóvenes.


Repasemos los beneficios de un arbolado planificado para nuestras ciudades:


1) Frenan el cambio climático ya que enfrían la ciudad. Estamos en tiempos de emergencia para nuestro ecosistema, el calentamiento global ha traído graves perjuicios para el clima, lluvias más copiosas y veranos más duros. Además de brindarnos sombra, según la FAO -Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura-, el arbolado puede reducir en más de ocho grados la temperatura del aire en los espacios públicos de la ciudad. A través de corredores verdes, se puede brindar un espacio público fresco y de calidad a peatones y ciclistas.


2) Son un filtro natural del ambiente, ya que limpian la polución del aire. Las especies autóctonas secuestran 40 veces más el carbono de la atmósfera que las especies exóticas. Nos aíslan de los ruidos molestos y nos protegen de los fuertes vientos, reduciéndolos a una amable brisa.  


3) Mejoran la biodiversidad, fortaleciendo el ecosistema local a través de la implantación de árboles nativos, éstos crecen diez veces más rápido que otras especies y generan 100 veces más biodiversidad. Son el espacio adecuado para la vida silvestre de la región, las aves y los agentes polinizadores. Las arboledas colaboran en evitar la erosión del suelo y el degradamiento ambiental, además de absorber el rocío y las lluvias, transformando paisajes degradados en suelos aptos para la vida.  


En Misiones contamos con un plan para nuestro arbolado urbano -regulado en 2013- llamado Plan Forestal Urbano, que se dedica a ordenar la recuperación, completamiento o sustitución y la implantación de arboles en nuestra capital. Promueve la creación de un inventario que permita llevar un registro público de los árboles con los que cuenta la ciudad. Y, ademas, organiza las calles y los barrios por colores, tipos y aromas, dándole una identidad diferente a cada rincón de Posadas.


En Dinamarca los vecinos de Copenhague, por ejemplo, planean volcarse a plantar responsablemente árboles frutales en veredas y plazas de la ciudad, para que cualquiera pueda tener una colación gratis, ayudar a combatir el hambre y como una manera de llevar a los centros urbanos su tradición de agricultores. Imaginemos ir la calle y poder tomar una manzana de un árbol para comer mientras caminamos, o un limón para hacer jugo cuando lleguemos a casa. Esa ciudad es posible y algunos ya empezaron a plantarlos frente a sus hogares.  


Sabemos que los árboles no sólo embellecen nuestras calles, significan incluso una mejor perspectiva económica para las propiedades, ya que los inmuebles incrementan su valor al contar con arterias arboladas.


Es claro que los árboles en nuestras ciudades son una pieza clave para la salud de las personas, ya que colaboran en nuestro bienestar físico y mental y nos hacen más felices. En definitiva, promueven nuestro bienestar cotidiano y mejoran nuestra calidad de vida.



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