top of page

¡Queremos sombra!

Actualizado: 25 jun 2020

Por Gonzalo Peltzer 5 de enero de 2020


Si algo tiene Misiones es sol… especialmente en pleno verano, como ahora, cuando se pone fuerte y persistente. Si vive en Posadas, póngase protector solar y dése una vuelta por la Costanera en algún momento del día, desde que se asoma por el este hasta que se esconde por el oeste; va a comprobar en su epidermis que el astro que nos sonríe desde la bandera calienta como la gran siete. El sol es vitamina (sintetiza la vitamina D) y basta con diez minutos cada tres días, pero en Suecia o Tierra del Fuego; en nuestra latitud es cantidad suficiente el sol que tomamos sin querer mientras vivimos. Más que eso nos quema, nos da cáncer y nos mata.


¡Queremos sombra! Me atrevo a interpretar el grito de muchos que no tienen más remedio que caminar de noche para hacer su ejercicio cotidiano, o salir en las horas más peligrosas de la siesta, cuando Febo asoma asesino, a pescar la sombra mezquina de alguna palmera inútil para la sombra.


¡Queremos sombra! También en lo accesos y en las rutas de Misiones, en las que no hay sombra porque nadie plantó jamás un árbol. Bueno, sí, hay un lugar: al llegar a Concepción de la Sierra por el camino de Apóstoles se puede probar la delicia de un camino en galería, pero piense que así pueden ser todos. Lo mismo se puede decir del acceso de tacuaras al Instituto Gentilini en San José. Vivimos en una región de árboles gigantes, que pueden dar sombra a todas las rutas de Misiones: solo hay que plantarlos y esperar a que crezcan.

¡Queremos sombra! En el yunque del sol que son nuestras instalaciones de frontera, en las terrenos desolados que rodean el acceso, el muro y su mural. Para eventos ya hay espacio de sobra en la explanada de la cascada, pero que sea solo ese y ninguno más.


¡Queremos sombra! En las márgenes del Zaimán, del Vicario y del Mártires, que podrían estar protegidas del sol de justicia por sus propias galerías vegetales… y en las costas del Paraná, donde puede haber sombra de árboles bien regados en lugar se sombrillas de cemento bien pagadas.


¡Queremos sombra! Que proteja nuestros pasos de los rayos del sol, en todas las ciudades de la provincia, pero especialmente en Posadas. Hay bastante sombra en sus calles y plazas porque alguien pensó que los que veníamos después de ellos íbamos a querer sombra. Y no la hay, en cambio, en la extensa franja costera que nace en las márgenes del Mártires, allá por el aeropuerto, y termina en el arroyo Garupá. Es un parque lineal de kilómetros donde abunda el cemento y escasea la sombra.


Toda la costanera de Posadas pide a gritos árboles que den sombra. Y no basta con los que hay: sombra no es la que dan unos arbolitos cada tanto sino la que hay en el interior de la selva. Sombra es frescura vegetal que impide que pase ni un milímetro de sol. 


Deberíamos poder caminar desde el Mártires al Garupá bajo la sombra fresca de la selva misionera, por una picada pensada para caminar, trotar o correr; para disfrutarla a cualquier hora del día o de la noche. Una selva urbana, lineal, planeada y cuidada para que disfruten los habitantes de las ciudades.


Es cierto que hay que esperar años para que crezcan los árboles, sobre todo los más nobles, pero por eso hay que plantarlos ya mismo y también mantenerlos y reemplazarlos cuando se mueren. Hay que olvidarse del tiempo que tardan en crecer; ese tiempo es inútil para la política porque los árboles no dan votos al que los planta… no dan votos pero sí el recuerdo imborrable y agradecido de las generaciones que vendrán.



9 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page