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  • Foto del escritorEduardo A. Saldivia

Pensar global, actuar local

Desde el Acuerdo de Parías, cada año se está presentando lleno de desafíos y con una agenda política completa. Hemos comenzado la década de acción por el cambio Climático, un decenio dedicado a recuperar nuestros ecosistemas, un gran esfuerzo mundial por entregarle un mundo mejor a las próximas generaciones. Vivimos tiempos que nos tienen como protagonistas, nos ha tocado ser la generación que se va a ocupar de llevar a cabo esta recuperación. Cada uno de nosotros es importante y tiene mucho para aportar en la ciudad donde vive, para que nuestras comunas puedan proyectarse como algo sostenible en el tiempo, convertirnos en una comunidad duradera y perdurable.


El Cambio Climático se ha vuelto titular en todos los diarios desde la hora cero, con eventos climatológicos adversos y extremos que podemos ver por todo el mundo, como el temporal Filomena en 2021 y una ciudad de Madrid con una nevada que no se había visto en décadas. Y lo mismo sucedió en nuestro país, donde tuvimos todo un verano con sequía por los efectos de la corriente de La Niña en el océano Pacífico, según lo informara la Oficina de Riesgo Agropecuario del Ministerio de Agricultura de la Nación. Las plantaciones como la del trigo están siendo seriamente afectadas, cayendo su rendimiento por hectárea en hasta un 60% menos, afirmaron desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.


Cómo explico Marco Lambertini, director de la World Wildlife Foundation, en cumbre One Planet de 2021 en París, la moneda del Cambio Climático tiene dos caras: el deterioro de la biodiversidad y el uso de combustible fósil. Y estos son los dos frentes de acción.


Nuestra salud depende de un buen ecosistema, y la mejor vacuna contra el cambio climático y la pandemia es tener una biodiversidad sana. Podemos ver muchos municipios recuperarse de la cuarentena con soluciones basadas en la naturaleza. Es prioritario mejorar el acceso a los espacios verdes ya que puede constituir una estrategia de salud pública que hoy -muchas veces- es pasada por alto, el arbolado urbano presta servicios irreemplazables para nuestro hábitat. La importancia de la biodiversidad es clave para empezar a hablar de un desarrollo sostenible.


Por el otro lado tenemos al petróleo, el gas y el carbón, ya que con los gases de su combustión nos han llevado a un calentamiento global sin precedentes, el año 2020 fue uno de los años más cálidos en el planeta desde que se tiene registro. Debemos parar de recurrir esas fuentes de energía de manera urgente y volcarnos a fuentes limpias y renovables como el viento y el sol.


Hoy, las emisiones de carbono del uno por ciento más rico de la población mundial representan más del doble que las emitidas por el 50 por ciento más pobre. Necesitamos movernos por las urbes de manera saludable, segura, accesible y pagable por todos. Quienes más emiten (los países y los grupos sociales más ricos) son los que tienen más capacidad para defenderse de los efectos del Cambio Climático, pero los que menos emiten (los países y los grupos sociales más pobres) son los que sufren más las consecuencias y los que cuentan con menos recursos para recuperarse.


Las empresas dedicadas a la industria de los combustibles fósiles esperan encontrar hacia 2050 una megamáquina que absorba el dióxido de carbono de la atmósfera, y ojalá la encuentren, pero nuestro destino no puede depender de que una empresa petrolera desactive una bomba cortando el cable correcto a último momento, puede fallar y no es necesario que lleguemos a ese punto. Podemos evitarlo.


El gobierno de Nueva Zelanda anunció que el sector público debe convertirse en Carbono Neutral para el 2025 y para lograrlo, por ejemplo, comprarán automóviles eléctricos o híbridos para reemplazar toda la flota existente. Los municipios están a la vanguardia del cambio climático y sus intendentes se enfrentan a muchos desafíos y graves riesgos. Pero ya no es suficiente actuar desde el ámbito público, este es el año en el que veremos como las empresas privadas empiezan a respaldar un futuro más sostenible y a hacer más para proteger el planeta. La energía renovable es un negocio rentable, es esencial que los gobernantes se ocupen de catalizar las inversiones privadas hacia las cuestiones climáticas, algo que -a su vez- permitirá también mejorar las posibilidades de financiación para -por ejemplo- dotar de vehículos eléctricos o híbridos al parque automotor de colectivos urbanos.


Ejemplos como el de la capa de ozono deben entusiasmarnos. La prohibición de Montreal de 1989 a los gases que destruían la capa de este gas protectora de los rayos ultravioleta permitió que los agujeros de la capa de ozono se cierren, favoreciendo la vida en la Tierra. Desde organismos internacionales se propone para las economías una recuperación transformadora con igualdad y sostenibilidad, que rectifique las asimetrías de nuestra sociedad, manteniendo siempre los criterios de adaptación, resiliencia y de mayor inclusión.


Es posible construir entre todos un nuevo futuro.

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