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  • Foto del escritorEduardo A. Saldivia

La revolución industrial verde

El mismo día de su asunción, el presidente Joe Biden decidió escribir a las Naciones Unidas pidiendo la reincorporación de su país a la Organización Mundial de la Salud, dejando atrás cuestionamientos sobre la cuarentena, los barbijos y abandonando las esperanzas en el dióxido de cloro o inyectarse desinfectante. Pero además, cinco horas después de prestar juramento, el mandatario entrante pidió por escrito al Secretario General de la ONU, António Guterres, que los Estados Unidos vuelvan a participar del Acuerdo de París, documento que compromete a las naciones firmantes a trabajar contra la Crisis Climática. A últimas horas de esa misma noche se conoció públicamente que desde la ONU aceptaron el pedido, haciéndose efectiva la reincorporación desde el 19 de febrero de 2021.


El plan del presidente, que debió presentar públicamente y comprometerse seriamente a sacarlo adelante, aspira a llevar a nivel nacional políticas que muchos gobernadores ya están teniendo éxito aplicándolas en sus estados, o incluso en marcha también en otros países. Por ejemplo, el Reino Unido prohibirá la venta de autos a combustible a partir del 2030 y el estado de California espera sacarlos de circulación en 2035. En este caso, el estado de California por sí solo patenta cada año mas autos que muchos países, por lo que el impacto de una medida así sobre la industria automotriz es inmenso. En Argentina, según los números del 2020, los dos autos eléctricos más vendidos son de la misma empresa japonesa, y en Detroit -ciudad de las principales casas matrices de coches- se están quedando atrás.


Algunos analistas, sugieren la idea de que algunos países que se conformaban con tener resultados mediocres en la búsqueda de alcanzar las metas del Acuerdo de París, ahora van a verse exigidos de volver al ruedo con los norteamericanos de nuevo en carrera, mientras tanto, tenemos países como Dinamarca que ya busca con fuerza de ley reducir su huella de carbono en un 70% para 2030.


Así como el new deal de Roosevelt, después de la crisis del 30, fue el plan estatal que buscó impulsar una nueva economía a partir de reformas profundas, en la Unión Europea y desde el partido demócrata norteamericano se trata de instalar la idea de una nueva revolución industrial amable con nuestro planeta, llamada el green new deal. Por ejemplo, durante el new deal original de 1933, en las zonas rurales de Iowa se instalaron las primeras cooperativas eléctricas para proveer energía a los agricultores. En la actualidad, esas mismas cooperativas están convirtiéndose a energías renovables. Los campos sembrados junto a los generadores eólicos con sus enormes hélices ya son parte de un mismo paisaje, el estado de Iowa obtiene más del 37% de su energía de fuentes renovables como el viento o el sol y el plan de Biden es llevar estas políticas a todo los Estados Unidos.


Pero la salida de Trump de la Casa Blanca no es el único hito que marcó vientos de cambio. El 26 de enero de 2021 en todo el mundo se celebró el Día de la Educación Ambiental, fecha instituida para enfatizar la importancia de generar en las próximas generaciones conciencia sobre el cuidado del ambiente. Al mismo tiempo, en Holanda llevó a cabo la Cumbre de Adaptación al Clima 2021 y se nos invitó a reflexionar que si -además de ciudadanos con conciencia ambiental- no deberíamos empezar a enfocarnos en adaptar la formación que le damos a nuestros jóvenes a estos vientos de cambio, comenzando por ofrecerles formarse en las profesiones que realmente van a ser necesarias en el futuro.


Como dice el climatólogo Michael E. Mann, el cambio climático es el problema que tenemos que resolver en los próximos años. No podemos esperar 10, 15, 20 años. Tenemos que reducir drásticamente nuestras emisiones de carbono.


Caímos en la trampa de creer que Vaca Muerta y el petróleo eran las carreras que Argentina necesitaba, pero lo que realmente hace falta son profesionales vinculados a las energías renovables. Necesitamos técnicos, ingenieros, electricistas, arquitectos, herreros, toda una industria que tenga la capacidad de proyectar, instalar y mantener turbinas eólicas y parques solares a lo largo y a lo ancho de nuestro país y -especialmente- de nuestra provincia, referente en protección de la biodiversidad y acciones contra el calentamiento global.


Como reflejo de esto, se inauguraró la primera planta solar fotovoltaica en Misiones, que abastece a 240 familias, empezando así a desandar el camino de las energías renovables que hará que Posadas no tenga nada que envidiarle a Denver, ciudad referente en sustentabilidad.


El trabajo por delante es inmenso, necesitamos muchas obras de infraestructura sobre energías limpias, pero podremos avanzar con la seguridad de que el estado está impulsando negocios rentables para los privados, que son generadores de empleo para todos y lograremos un desarrollo sostenible para el planeta.

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